Cuando en un debate cierta posición se encuentra desesperada por no encontrar sustento en sus argumentos, recurre fácilmente a generalidades mal formuladas, a estudios no referidos y a profesionales sin nombre, carrera o trayectoria, para dotar su palabra de una pretendida autoridad indiscutible.
Así como en el debate en Diputados por la reforma del Matrimonio, Pinedo sostenía que “[los] roles en la educación ‑nos dicen algunos, yo no soy un especialista- conforman la personalidad de las personas (…)”[1] para justificar su voto negativo, La Nación, en su Editorial I del día 19 de Junio precede su posición contraria a la reforma escudándose en anónimos estudios norteamericanos y recientes testimonios sin firma sobre los efectos negativos de la homoparentalidad. Quizá no hayan leído el informe presentado a Senadores por Carlos Fígari (Per scientam ad justitiam! http://carlosfigari.wordpress.
Por eso mismo no es nuestra intensión desmentir cada una de sus falacias, que ya otrxs se han tomado el trabajo de hacerlo, y lo han logrado de un modo impecable. Sin embargo, creemos que hay cierta idea que aún merece ser desmentida por la testarudez con que se repite. La reforma del Matrimonio no pretende ser un experimento social. No estamos esperando su aprobación para ver qué pasa con la homoparentalidad. Que esto quede claro: ¡Nuestras familias YA existen! Nostrxs no estamos pidiendo permiso para amarnos y formar nuestras familias, porque creemos que la existencia no se negocia, que nuestros afectos y relaciones no se ruegan ni se suplican: se construyen, se defienden y se viven intensamente. Nostrxs ya tenemos hijxs: lxs criamos, cuidamos, educamos y amamos. Lo que estamos pidiendo es que ellxs tengan los mismos derechos que lxs demás hijxs de parejas heterosexuales. Que sea reconocida la maternidad y la paternidad de ambas madres y ambos padres, no por un deseo de realización personal nuestra exclusivamente, sino también por el deseo de que nuestrxs hijxs cuenten con derechos que lxs protejan y que les permitan desenvolverse en su vida cotidiana como lo hacen lxs demás chicxs.
Es insultante, tanto para nuestrxs hijxs como para nostrxs mismxs, que nos digan que esta reforma viola los Derechos de lxs Niñxs. Porque no reconocer a su familia (a la que nuestrxs hijxs aman) es negarles tanto su derecho a la identidad como a sus afectos. Y porque muchxs de nosotrxs, lxs adultxs LGTTTBI, hemos vivido nuestra niñez en hogares heterocentrados –con un papá bien machito y una mamá bien femenina–, en los cuales hemos sido ninguneadxs y violentadxs por las decisiones que hemos tomado sobre nuestros cuerpos. En ese entonces, ni el Estado, ni los sectores que se oponen a la reforma del Matrimonio, se preocuparon por nuestros derechos.
Que esto también quede bien claro: ¡La heterosexualidad compulsiva es la que viola sistemáticamente los derechos de lxs niñxs, y NO las formas de organización familiar no heterocentradas!
El derecho a la autodeterminación de lxs niñxs no está garantizado en tener una mamá y un papá. Sino en contar con afectos que lxs acompañen en sus decisiones y les brinden el marco más favorable para que puedan crecer y desarrollarse según sus propios sentimientos y placeres, y no aquellos impuestos violentamente por la normalidad.
Area Jóvenes – Comunidad Homosexual Argentina
http://jovenescha.blogspot.
“En el origen de nuestra lucha está el deseo de todas las libertades”
[1] Diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires, Federico Pinedo, Sesión Taquigrafiada del Congreso Nacional. ¿Quiénes son esos algunos que tienen tanta autoridad para opinar?
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